La gastronomía catalana nos fascina, es así y nos encanta decirlo. Recomendamos y descubrimos muchos platos continuamente. De hecho, es un no parar de hallazgos culinarios: desde la tradicional escalivada hasta la exquisita fideuá, sin olvidar la butifarra o la crema catalana. Cada visita a un mercado local, cada plato degustado en un pequeño restaurante o cada receta casera compartida nos lleva a nuevos descubrimientos que alimentan nuestra pasión por la rica y diversa cocina catalana.
Uno de los platos que no podemos dejar de mencionar son las judías blancas. ¿Te gustan?
Una legumbre con mucha fibra
Propiedades de las judías blancas
Las judías blancas, como la mayoría de legumbres, son fuente de hidratos de carbono y proteínas de origen vegetal. Son ricas en fibra: cada 100 g de esta legumbre nos aportan más de 21 g de fibra, por esta razón ayudan a regular el tránsito intestinal. También, contienen vitaminas del grupo B, sobre todo ácido fólico, y minerales como el potasio, el calcio, el fósforo, el magnesio, el hierro y el cinc.
Las judías blancas son recomendadas para todas las edades, ya que el ácido fólico que aportan interviene en la formación de nuevas células y de su mantenimiento: una vitamina importante para la formación de nuevos tejidos.
Puedes elaborar una ensalada fresca de judías blancas con un chorrito de aceite de oliva, otro de vinagre balsámico de Módena y un poco de pimienta negra. Si tienes problemas de gases, pasa las judías blancas por un pasapurés para que te sean más fáciles de digerir.
Para facilitar la absorción del hierro de las judías blancas, acompáñalas con un alimento rico en vitamina C en la misma comida, y añade como ingrediente de la receta (pimiento) o bien como postre en forma de frutas (kiwi, naranja, fresa, melón, etc.).