La gastronomía catalana es una auténtica maravilla que refleja la rica herencia cultural y geográfica de la región. Tiene una diversidad de platos que van desde los sabores del mar, como el 'suquet de peix', hasta los sabores de montaña, como la 'escudella'. La cocina catalana destaca por el uso de ingredientes frescos y de alta calidad, muchos de ellos provenientes de la tierra y del mar Mediterráneo.
Hay un plato, en especial, que sorprende mucho más que otros, tanto a gente de fuera de la comunidad autónoma de Cataluña, como a turistas que vienen a visitar territorio catalán.
El plato típico catalán
El alimento que asombra mucho son los calçots. ¿Qué es eso de comer una cebolla alargada y mirando para arriba?
Sí, los calçots son una variedad de cebolla, que se recolecta en invierno y es muy típico del pueblo de Valls, en Tarragona; aunque también se cultiva mucho en las Tierras del Ebro.
Esta verdura se asa a fuego vivo para después pelar las capas quemadas. Se suele acompañar de la salsa romescu y, por supuesto, de vinos de la zona ya sean del Penedés o del Priorat.
La palabra calçot viene del hecho de que en su cultivo se amontona tierra sobre los brotes que crecen de la cebolla inicial, es decir, propiamente dicho 'calçar la terra sobre la planta'. Hasta que se consigue un tallo blanco de unos 20 o 25 cm.
¿Cómo se comen los calçots?
Los calçots no se comen de cualquier manera. Hay que saber. Si no sabes cómo, nosotros te lo decimos. ¡Atentos y atentas!
Retira la capa exterior del calçot, que suele ser más fibrosa y no es comestible. Con una mano coge la parte final -donde se encuentran las raíces- y para ello solo hay que hacer una pequeña presión y estirar suavemente de las hojas.
Notarás que está tierna y sin quemar, que es como debe de ser. Después has de mojarlo en la típica salsa romescu y ¡a comerlo!