Fernando Aldecoa
La dirección de PortAventura que encabeza Fernando Aldecoa se ha embarcado en un ajuste delicado en el terreno más sensible para un parque temático: la seguridad. El reto ahora es compatibilizar el ahorro de costes con la tranquilidad de miles de familias que siguen viendo el recinto como un lugar de ocio seguro.
Reorganizar turnos y sustituir parte de los vigilantes por auxiliares no es solo una decisión contable, sino un cambio que afecta a la forma en que se gestiona el riesgo en accesos, hoteles y zonas con gran afluencia. Es comprensible que la empresa busque la máxima eficiencia, pero también lo es que los profesionales de la seguridad y los visitantes miren con preocupación cualquier movimiento que pueda traducirse en menos control efectivo ante incidentes.
El hecho de que se hayan evitado despidos directos muestra que ha habido negociación y cierta voluntad de pactar tiempos. Sin embargo, para muchos vigilantes, la pérdida de pluses, de noches y de horas extra supone un golpe real a economías ya ajustadas, y es lógico que sientan que su trabajo especializado se devalúa cuando pasan a funciones de auxiliar.
Los visitantes no siempre distinguen entre vigilante con TIP y auxiliar, pero sí perciben si hay presencia, control y capacidad de reacción cuando hay peleas, discusiones o situaciones tensas. El parque, que vive de la confianza y de la sensación de refugio familiar, se juega parte de su reputación en cómo explica y aplica esta transición: no se trata solo de cumplir la ley, sino de que clientes y plantilla sientan que la seguridad sigue siendo una prioridad, incluso cuando los números obligan a replantear el modelo.