Gabriel Rufián

Gabriel Rufián Europa Press / CG

Examen a los protagonistas

Gabriel Rufián

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Gabriel Rufián puede alardear de ser uno de los políticos de moda en España. Reconocido por su estilo bronco en el Congreso de los Diputados, y por su vehemencia frente a sus interlocutores, el republicano aspira a conectar con el malestar de la ciudadanía mediante intervenciones en ocasiones aplaudidas por sus simpatizantes en las redes sociales.

La última de ellas la protagonizó ayer, cuando provocó las lágrimas de la exconsellera valenciana Salomé Pradas durante la comisión de investigación de la DANA, al acusarle de "no tener corazón" y entregarle un trozo de cuerda a la que se había aferrado una de las víctimas mortales de las inundaciones del año pasado. En la misma línea, Rufián tildó la semana pasada de "psicópata" e "inútil", entre otros improperios, al expresidente de la Generalitat Valenciana, Carlos Mazón.

El líder parlamentario de ERC acaba de cumplir diez años como diputado en el Congreso, incumpliendo así la promesa que formuló en 2015, cuando dijo que sólo estaría "18 meses" para "regresar a la República Catalana" en 2017. No fue así. Pero su estilo áspero y populista parece ser del agrado de un parte de la izquierda española. Si bien ello no se ha reflejado en las urnas, donde en las pasadas elecciones generales y municipales fracasó con estrépito: perdió la mitad de sus diputados -pasando de 13 a los 7 actuales-, y apenas logró cuatro concejales en su Santa Coloma natal, donde se presentó como candidato a la alcaldía -frente a los 17 del PSC.