Imagen del consejero delegado de CaixaBank, Gonzalo Gortázar

Imagen del consejero delegado de CaixaBank, Gonzalo Gortázar Europa Press

Examen a los protagonistas

Gonzalo Gortázar

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Caixabank ha presentado unos resultados de los que suelen gustar, y mucho, al mercado. Simples, sin elementos extraordinarios, sin asteriscos ni notas al pie. Negocio bancario puro y duro. Prestar más y en mejores condiciones, elevar la actividad comercial de forma sostenible y responsable para generar un crecimiento sano. 

Es la línea maestra marcada en el plan estratégico a tres años aprobado a finales de 2024. A fe que Caixabank está siguiendo la senda de forma fiel. No ha sido de extrañar que las cuentas de la entidad hayan sido las que los inversores han recibido con mayor optimismo en el conjunto del sector, pese a que, en apariencia, no presentan variaciones espectaculares en relación con el periodo comparable. 

Al contrario, Caixabank se ha mostrado especialmente resiliente en un escenario complicado por la bajada de los tipos, que repercute de forma negativa en el margen de intereses, el principal componente de los ingresos asociados al negocio bancario. 

La mejor forma que ha encontrado la entidad para compensar este factor negativo ha sido hacer más banca, más negocio, vender más pero sin dejar de presentar ratios de morosidad históricamente bajos ni dejar de lado los esfuerzos para reducir la ratio de eficiencia

Tanto el volumen  de crédito a clientes como los recursos crecen por encima de lo esperado por el banco; en algunos casos, cerca del doble de lo esperado. Tras un primer plan atípico por su cercanía a la fusión, el equipo que dirige el consejero delegado, Gonzalo Gortázar, vira hacia una segunda fase para terminar de aterrizar la operación y dar estabilidad a la entidad. Y todo ello, sin dejar de crecer. No es fácil. De ahí que el mercado lo haya reconocido, aupando al valor a nuevos máximos históricos.