Dick Van Dycke

Dick Van Dycke

Examen a los protagonistas

Dick Van Dycke

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Que cien años no es nada...

El actor norteamericano Dick Van Dyke (West Plains, Misuri, 1925) acaba de cumplir sus primeros cien años en un estado muy razonable de salud y con la cabeza en buen funcionamiento, cosa que nos alegra a los que lo hemos visto ahí desde siempre, ya sea en el cine o en la televisión.

De hecho, una de las primeras series a las que me enganché de pequeño fue El show de Dick Van Dyke (1961 – 1966), que seguía cada semana en el televisor en blanco y negro de mis padres. La recuerdo como una propuesta francamente tronchante que giraba en torno a un publicista que odiaba a su jefe y superaba sus berrinches gracias a su esposa, interpretada por la gran Mary Tyler Moore (que también tuvo derecho a su propio programa).

Como mi madre era muy fan de Lucille Ball, también me tragué muchos episodios de I love Lucy (aunque Desi Arnaz me parecía un gomoso), pero nadie me hacía reír tanto como Dick Van Dyke. Por esa época lo pillé también en la gran pantalla, gracias a películas como Bye Bye Birdie (1963) o Mary Poppins (1964): hubo un curso en el que todos los alumnos de mi clase en el colegio de los escolapios de la calle Diputación solo hablaban de Mary Poppins. Y el deshollinador interpretado por el señor Van Dyke nos pareció estupendo a todos. En 1968, Chitty Chitty Bang Bang nos trajo de nuevo a Dick Van Dyke, pero yo, a mis doce años, estaba ya más interesado en James Bond (y sus muchachas en bikini) que en el bueno de Dick.

La televisión lo recuperó en los años 90 con la estupenda serie Diagnóstico: Asesinato, en la que nuestro hombre, si no recuerdo mal, interpretaba a un médico con tendencias detectivescas. A partir de ahí, le perdí bastante la pista, hasta que supuse que se habría muerto. Craso error, ya que este hombre le gana en inmortalidad a los mismísimos Keith Richards y Jordi Hurtado, como acaba de demostrar llegando a centenario.

Dick Van Dyke siempre fue uno de esos actores cuya mera presencia mejoraba las series o películas en las que participaba. Lo veías aparecer en la pantalla y te ponías inmediatamente de buen humor: me pasó en la infancia y me siguió pasando en la madurez. Y es que, además de actuar, nuestro hombre también ha destacado como cantante y como bailarín (recordemos sus saltitos con Julie Andrews en Mary Poppins).

El llorado Eduardo Punset dijo que no tenía la menor intención de morirse, ya que no estaba escrito en ninguna parte que tuviera que palmarla algún día. Lamentablemente, se acabó muriendo, como todo el mundo. Dick Van Dyke no ha dicho que aspire a la inmortalidad, pero el movimiento se demuestra andando, y la inmortalidad, envejeciendo en buenas condiciones. Durante una época, tuve la esperanza de que Punset fuese el primer inmortal que vieran mis ojos y que, a ser posible, acudiera a mi funeral. Ahora he sustituido a Punset por Van Dyke y le deseo que cumpla otros cien años.

Aunque no tenga el detalle de acudir a mi funeral.