Salvador Alemany, presidente de Saba Group, en una comparecencia anterior
Resulta difícil comprender como Saba Group ha entrado al choque con el Ayuntamiento de Barcelona. No porque no pueda tener razón en su pleito con la Administración local, que está por ver --lo tendrá que decidir la corporación o, en su defecto, la justicia--, sino porque es socia de este nivel administrativo en una empresa mixta.
No tiene sentido que Saba sea partner municipal en Bamsa --la controla al 60%-- y luego, por otro lado, trate de pleitear con su compañero de viaje. Es extraño, e incluso alguno podría pensar que resulta casi desleal.
En el caso que concierne a la discusión, los presuntos daños económicos por las obras de Vía Laietana, cabe recordar que el ayuntamiento no renovó la calle por capricho, sino porque necesitaba una actualización. La estrenó recientemente pacificada para el peatón, como informó Metrópoli.
Saba conocía que esa parte del espacio público sufriría reformas, puesto que ninguna franja urbana permanece inalterada durante décadas. Asumió la gestión de su párking conociendo el riesgo de que a nivel suelo, la realidad cambiara. Es lo que ha pasado.
Asimismo, cabe recordar que Saba arrojó un resultado económico inaudito para 2024. Su beneficio es colosal. No se encuentra en una posición de tesorería compleja que le obligue a pelear cada euro. Esa fortaleza financiera hace más difícil si cabe que entre al choque con el ayuntamiento.