Dos de los codirectores del Festival Primavera Sound, Alfonso Lanza (izquierda) y Gabi Ruiz (derecha)

Dos de los codirectores del Festival Primavera Sound, Alfonso Lanza (izquierda) y Gabi Ruiz (derecha) Europa Press

Examen a los protagonistas

Gabi Ruiz

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Desde hace años, Gabi Ruiz, fundador del Primavera Sound, ha sido una figura clave en la transformación del panorama musical en España y en el resto de Europa. Su capacidad para conectar la cultura con causas sociales ha sido uno de los sellos del festival.

Por eso, no sorprende que este año se haya querido visibilizar la tragedia humanitaria que viven los civiles en la Franja de Gaza. Sin embargo, la iniciativa elegida —un túnel sonoro que recrea lo que se escucha bajo los bombardeos israelíes ha generado más incomodidad que reflexión.

La intención es legítima, incluso necesaria: recordar que en Gaza hay miles de muertos y de civiles sobreviviendo al horror cotidiano, mientras el mundo gira con una indiferencia cada vez más ensordecedora. Pero el formato, más cercano a una atracción inmersiva que a una denuncia contundente, ha rozado la frivolidad.

En lugar de invitar a la empatía profunda o a la acción, ha terminado pareciendo un montaje descontextualizado, casi superficial, dentro del entorno festivo del Primavera.

No se trata de negar el gesto. Hay valor en intentar hablar de Gaza en un espacio donde el hedonismo suele imponerse. Pero la forma importa tanto como el mensaje. Y en este caso, la forma no ha estado a la altura de la gravedad del contenido. Quizá habría sido más efectivo optar por una propuesta artística más sobria, más poética o más directamente política.

Gabi Ruiz merece reconocimiento por querer levantar la voz por Palestina. Pero también merece, como figura pública, una crítica constructiva cuando una acción se queda corta. Porque en tiempos como estos, con la tragedia a flor de piel, necesitamos gestos valientes, sí, pero también profundamente cuidados.