
Imagen de archivo de Carles Puigdemont en un acto de Junts
Desde su mansión en Waterloo, que no sabemos muy bien cómo se sufraga, Carles Puigdemont se dedica a ejercer de mosca cojonera de la política española, siempre secundado por sus dos principales esbirros en la Cataluña catalana, Jordi Turull (o Tururull) y Miriam Nogueras.
Ahora se ha dado cuenta de que Pedro Sánchez se lo torea y le toma el pelo y se ha puesto farruco, dando ultimatums (vía Tururull) para que el presidente cumpla lo que le prometió y que probablemente ya ha olvidado, pues todos sabemos que Sánchez vive al día.
Catalán en Europa a la voz de ya y nuevo referéndum de autodeterminación. Ah, y a ver si le conceden la amnistía de una vez, que es lo que más le preocupa en este mundo, aunque haga como que solo piensa en su querida patria sojuzgada por España y Francia.
A ese respecto, el TJUE (Tribunal de Justicia de la Unión Europea) acaba de darle un disgusto que ha pasado bastante desapercibido en la prensa nacional. El tribunal en cuestión ha decretado que todo país de la Unión Europea está obligado a conceder la extradición de quien sea si la solicita otro estado miembro, aunque el delito por el que se le reclama no exista en el ordenamiento jurídico del país en que se ha refugiado el delincuente de turno.
Es decir, ahora Bélgica ya no tiene excusa para no devolvernos a Puchi y a sus dos compañeros de Erasmus, el cleptómano Toni Comín y el folklorista Puig i Gordi.
Así pues, no sé a qué esperan los jueces españoles para reclamar a estas tres patas pa un banco, aunque solo sea por malversación, que es a lo que se agarra Marchena para no concederles la amnistía.
Si todo dependiera de la fiscalía del estado, ya podríamos darnos por muertos, ya que Sánchez, por la cuenta que le trae (los siete votos de Junts en el congreso) ignoraría la decisión del TJUE y no movería un dedo para encerrar a los tres cerebros privilegiados del golpe de octubre del 17.
Pero dado que los jueces son ya lo único mínimamente fiable que queda en España, uno agradecería que pusieran en marcha de nuevo la extradición de Puchi y sus amiguitos, que tantas veces se nos ha negado con todo tipo de pretextos chungos.
Es evidente que, si se consigue la extradición de estos tres sacamuelas patrióticos, el gobierno de Pedro Sánchez se vendría abajo, pues entre Nogueras y Tururull crucificarían vengativamente a nuestro hombre.
Pero el resto del país respiraríamos más tranquilos sin el incordio permanente del Pepito Grillo del soberanismo y sus compañeros de juerga. Marchena, Llarena y compañía…¡Pónganse las pilas!