Imagen de archivo de Miguel Ángel Revilla

Imagen de archivo de Miguel Ángel Revilla Europa Press

Examen a los protagonistas

Miguel Ángel Revilla

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Mira que el Emérito tenía gente para querellarse. Desde que empezó a meter la pata en serio, hemos sido legión los que le hemos afeado la conducta, llegando a veces a la ofensa y el recochineo. Pero el hombre ha elegido a su examigo Miguel Ángel Revilla (Polaciones, 1943), presidente de Cantabria entre 2003 y 2011, actual mandamás del Partido Regionalista de Cantabria y devoto de las anchoas, que regalaba urbi et orbi y de las que se benefició el propio ex monarca, para aplicarnos un escarmiento ejemplar.

La verdad es que no sé qué pretende don Juan Carlos con esta iniciativa. Cualquier juez le dirá que lo de Revilla es simple libertad de expresión, se dará el asunto por zanjado y le tocará a él pagar las costas del proceso.

Por no hablar de que un charlatán narcisista como Revilla debe estar encantado de haber sido el elegido, ya que eso le permite hacerse la víctima y salir aún más por televisión, que es lo que le gusta. A Revilla le va el show business (se enteró de la demanda mientras rodaba una secuencia de una película con Antonio Resines), y ha utilizado la política para promocionarse como escritor, opinador sobre todo lo habido y por haber y personaje mediático.

Un personaje, por cierto, que recuerda poderosamente a los que interpretaba Paco Martínez Soria. Ya saben, el pueblerino licenciado en gramática parda cuyas verdades siempre se imponían a las maniobras de esos individuos de ciudad que se creían muy listos. Revilla, como Martínez Soria, es el palurdo al que no se la dan con queso y que conquista los corazones de la gente sencilla con sus verdades del barquero. No sé ustedes, pero yo no lo aguanto.

Ya sé que, como firme defensor de la libertad de expresión, debería ponerme de su lado frente a los ataques del borbón, pero soy incapaz porque el señor Revilla me irrita soberanamente cada vez que lo veo por televisión ejerciendo de héroe del pueblo.

No es que don Juan Carlos me merezca mucho más respeto desde que se descubrió que solo se movía por la carne y el dinero (recuerdo el álbum de Frank Zappa We´re only here for the money and the flesh), pero antes de eso lucía una hoja de servicios muy presentable, aunque su relación con el 23F nunca nos haya quedado clara del todo.

Esta lucha de titanes octogenarios no le ayudará a mejorar su imagen. En todo caso, permitirá al demagogo cántabro improvisar una serie de monólogos en televisión que prometen ser realmente estomagantes. No sé quién aconseja al Emérito (espero que no sea su nieto Froilán), pero esta vez se ha lucido. Y mira que tenía gente donde elegir…