
Imagen de archivo de Marine Le Pen
La justicia francesa ha apeado bruscamente a Marine Le Pen de su carrera hacia la presidencia de la república por desviar dinero del parlamento europeo para sus cosillas del partido. Ella se ha hecho la víctima y no es del todo descartable que consiga darle la vuelta a la situación.
La derechona mundial se ha puesto de su parte, empezando por Donald Trump, y hasta desde la izquierda han salido voces que insinúan que otros políticos acusados de cosas similares se han librado del castigo por no generar tanta animadversión como la hija del célebre energúmeno Jean Marie Le Pen (del que la niña se deshizo oportunamente cuando se dio cuenta de que el viejo era un lastre).
Bien mirado, la inhabilitación a perpetuidad tampoco es un castigo tan grave. Si acaso, una humillación y una frustración para alguien que lleva años intentando ser la primera mujer que llegue a presidenta de la república francesa.
Siempre puede delegar en su fiel Jordan Bardella, y si éste gana algún día las elecciones, quedarse a la sombra, ejerciendo su habitual cargo de jefaza. Ya lo hizo Vladimir Putin cada vez que presentaba a las elecciones a su principal secuaz, Dimitri Medvedev, y santas pascuas.
Eso sí, madame Le Pen lo tiene fácil para hacerse la víctima. A su partido cada vez le van mejor las cosas, por lo que le resulta muy cómodo presentarse como esa esperanza del pueblo francés que la izquierda, los burócratas y los pusilánimes pretenden arruinar.
En la mejor tradición Laura Borràs, Marine asegura que ella no ha hecho nada censurable, aunque parece evidente que sí. A mí me parece un personaje al que hay que pararle los pies como sea, ya que una Francia dirigida por ella se convertiría en una nueva Hungría.
Y en estos casos, de la misma manera que a Al Capone se le desactivó por evasión de impuestos, creo que hay que recurrir a todos los métodos posibles, exceptuando el genocidio, para librarse del sujeto molesto. A cuyo auge, lamentablemente, han contribuido, a derecha e izquierda, los partidos tradicionales.
En cualquier caso, dudo que nos hayamos librado de Marine Le Pen. Seguirá dando la lata, aunque sea por la persona interpuesta del señor Bardella. Y si éste llega a presidir la república francesa, no le va a quedar más remedio que mutar en el fiel Medvedev o exponerse a que le pase cualquier cosa.
No sé si Jordan Bardella está más a la derecha de Marine, pero en ese caso siempre puede aliarse con la sobrina de ésta, Marion Marechal Le Pen, que es aún más facha que el abuelito. Pero todo esto es política ficción. De momento, tenemos a una lideresa inhabilitada y a un delfín que no sabemos cómo se va a portar en el futuro inmediato.
Y en cuanto a la inhabilitación, no cantemos victoria. Esa mujer es capaz de darle la vuelta a la tortilla haciéndose la víctima y presentándose como la princesa del pueblo. Como dicen los anglos, wait and see.