Jamás en la historia tanta gente ha sabido y ha usado el catalán como en la actualidad. 2,2 millones de ciudadanos de Cataluña lo tienen como lengua habitual, además de otros 636.000, que lo utilizan habitualmente junto al español.
Así lo asegura la Encuesta de Usos Lingüísticos de la Población publicada esta semana por la Consejería de Política Lingüística de la Generalitat, en manos de ERC. Informe que también refleja que esas cifras han aumentado respecto al sondeo anterior, de hace cinco años.
A estos datos, hay que añadir que alrededor de 6 millones de ciudadanos de Cataluña sabe catalán (4,5 millones lo escribe; 5,5 lo habla; 5,7 lo lee y 6,3 lo entiende).
Con estos números, la conclusión es evidente. El catalán goza de una excelente salud. El proceso de normalización hace años que ha terminado. Y ya no hay excusas para seguir discriminando a los catalanes castellanohablantes.
A pesar de ello, desde el nacionalismo catalán se ha vuelto a levantar la bandera del victimismo, asegurando que la lengua catalana está casi al borde de la extinción. Para apoyar esa tesis, argumentan que, sólo el 32,6% de la población de Cataluña usa el catalán habitualmente (frente al 36,1% de 2018), y en cambio el 46,5% de los ciudadanos tiene el castellano como lengua habitual (frente al 48,6% de 2018). Incluso critican que los plenamente bilingües (español-catalán) hayan aumentado del 7,4% al 9,4% en el último quinquenio.
Es decir, al nacionalismo no le contenta que haya más catalanohablantes habituales que en cualquier otro momento de la historia. Lo que quieren es que desaparezcan o, al menos, disminuyan los catalanes castellanohablantes, y como eso no ocurre (de hecho, han aumentado en 50.000 personas, desde los 3,1 millones de 2018), consideran que la realidad sociolingüística de Cataluña es un fracaso para su proyecto de construcción nacional.
Además, ese relato victimista les ayuda a seguir defendiendo la inmersión lingüística escolar obligatoria exclusivamente en catalán que se sigue aplicando en las escuelas dependientes de la Generalitat de forma ilegal.
Resulta curioso que en la Encuesta -como ocurre desde hace años- no se hable en ningún momento de lengua materna, sino de lengua inicial, como si tuviera que evolucionar hacia otra.
Y es normal que no lo haga, porque incluso la Unesco reivindica la importancia del derecho a recibir la educación en la lengua materna (de hecho, este viernes se celebra el Día Internacional de la Lengua Materna, instaurado hace 25 años por la ONU), lo que es incompatible con la inmersión obligatoria en catalán que se aplica en Cataluña que la justicia ha dictaminado que es ilegal.
El presidente de la Generalitat, Salvador Illa, durante su reunión de este jueves con el presidente del Consejo Europeo, António Costa, le ha reclamado la oficialidad del catalán en las instituciones comunitarias. “Siempre he dicho que esto es una cuestión de justicia lingüística para nosotros”, ha señalado en la rueda de prensa posterior.
Está bien que Illa trabaje intensamente por la oficialidad del catalán en la UE, aunque es una cuestión que no depende de él. Sin embargo, si hiciera el mismo esfuerzo para aplicar el bilingüismo en las escuelas públicas de Cataluña, cuestión que sí depende únicamente de él, probablemente conseguiría ser creíble para aquellos que le votaron pensando que, al menos en eso, sería diferente a Junts y ERC.
Mientras tanto, la justicia lingüística en Cataluña sólo la disfrutan aquellos que se pueden pagar una escuela privada o concertada bilingüe o trilingüe. Al resto, a los más pobres, sólo les queda comerse la inmersión o acudir a los tribunales.