El rapero Valtònyc

El rapero Valtònyc ROCÍO RUZ

Examen a los protagonistas

Valtònyc

Publicada

Llevábamos cierto tiempo sin saber nada de él y el otro día se descolgó con un tuit destinado a poner verde a su ex compañero de (digamos) exilio, aunque más bien parece un Erasmus un tanto alargado, Antoni Comín Oliveras, en arte Toni Comín.

El rapero, o ex rapero, mallorquín Valtònyc (Josep Miquel Arenas Beltrán, Sa Pobla, 1993) avisaba en ese tuit de que el señor Comín no era de fiar, y que él lo sabía de sobras por los siete años que habían compartido exilio (o lo que fuera).

El timing era impecable: ahora que Comín pretende presidir el Consell de la República (después de haber metido la mano en la caja y gastarse en sus cosas el dinerito que enviaban los lazis de pro para ayudar a los héroes acosados por el perverso estado español), sale Valtònyc y viene a decirnos que cuidado con él, que lo conoce bien y sabe que no te puedes fiar ni un pelo. E insinúa que sabe muchas cosas que, de momento, se calla.

Curiosamente, poco después de alumbrar el tuit infamante, va y lo borra, dejando su supuesta misión justiciera a medias. Quizás sea mejor así, pues no sé hasta qué punto nos podemos fiar del rapero balear, quien, al igual que su actual némesis, es un oportunista de la peor especie que se hizo independentista de la noche a la mañana porque le convenía.

Otro gallo le hubiera cantado al inefable Pablo Hasél si llega a seguir su ejemplo en vez de dar la cara y dejarse meter en chirona, donde aún sigue entre la indiferencia general (me pregunto dónde se han metido todos aquellos que montaron tremendas manifestaciones cuando lo pusieron a la sombra y que ahora callan como muertos mientras al rapero de Lleida le van cayendo nuevas condenas que van alargando su estancia en el talego).

Pablo Hasél es, a todas luces, un cenutrio y un energúmeno (alguien que se declara en estos tiempos comunista y fan de Stalin es alguien que se merece todo lo malo que le pase).

Pero, a su manera, tiene un código y lo sigue a rajatabla. Se considera un preso político, no pide indultos y, sobre todo, nunca habría sido capaz de cobijarse a la sombra de un señor de derechas como Carles Puigdemont.

Valtònyc no tiene manías. Vio que lo iban a entrullar (lo acusaban de lo mismo que a Hasél) y se dio el piro a Bélgica, donde enseguida se convirtió en la mascota de la Casa de la República, donde le cayó un curro de técnico informático (que es de lo que vive ahora en Bélgica, si no me equivoco).

¿Qué hacía un rapero antisistema con aquella pandilla de burgueses a los que debería despreciar? Pues me temo que chupar del bote y sumarse a su esquinazo a la justicia española. Y lo cierto es que sus años en Flandes le han sido de gran provecho: recordemos que en Mallorca vendía frutas y verduras en el puesto de su señora madre.

Conclusión: menos lobos, Valtònyc, que Comín es un oportunista infame, pero no sé si tú eres el más adecuado para afearle la conducta.