Sex machine
Ha muerto uno de los personajes más curiosos y extravagantes del cine español, la actriz (y también fotógrafa, pintora y performer) Eva Lyberten, seudónimo tras el que se ocultaba una chica de clase obrera llamada Herminia Benito Durante (Barcelona, 1958–Madrid, 2024), de la que hacía bastante tiempo que no se sabía gran cosa y sobre la que corrían todo tipo de rumores: drogas, enfermedades, inestabilidad mental…. Escribo esto media hora después de haberme enterado de su fallecimiento a través de Facebook, y espero que se vayan aclarando un poco más las cosas a medida que vaya pasando el tiempo. De momento, lo único que puedo hacer es dejar constancia de la desaparición de un personaje realmente singular dentro del mundo del cine español y del mundo en general.
Se podría describir a Eva Lyberten como una actriz más de los años del destape, pero sería faltar un tanto a la verdad. Eva daba la impresión de tomarse la desnudez como algo que iba más allá de un entretenimiento para españoles sometidos a una dieta sexual de pan y agua durante 40 años. Se especializó en unas producciones agrupadas bajo la letra S y que practicaban una especie de soft core o semiporno que debían proyectarse en unas salas especiales que desaparecieron hace un montón de años. Meterse en ese cine era también, intuyo, una manera de escapar de su barrio, como cuando se plantó a los 16 años en París, con 300 pesetas y recurriendo al autostop. A la vuelta, ejerció de vedette en un espectáculo llamado Crazy Horse, que fue un exitazo en Barcelona, aunque yo no lo recuerdo en absoluto.
En los años 80 entró de lleno en el cine de súper destape con directores como Ignacio F. Iquino o José Ramón Larraz (Iquino se hizo famoso por rodar tres versiones de cada película: una con ropa para España, otra con menos ropa para Francia e Italia y otra en bolas para los países nórdicos. ¡Y aún le quedaba cuajo para poner boca abajo al régimen franquista y que le subvencionaran El primer cuartel, un biopic del duque de Ahumada, fundador de la Guardia Civil!). Con estos cracks (y otros de similar jaez), rodó Eva perlas como Viciosas al desnudo (1980), La caliente niña Julieta (1981) o En busca del polvo perdido (1982). Al mismo tiempo, su presencia era habitual en revistas del grupo Zeta como Interviú (tuve el placer de acompañarla a la tumba) o Lib (de la que se impone una reedición facsímil para entender de verdad la España de la época).
Algo cansada del ambiente en que se movía, pasó una temporada en Ibiza, que coincidió con un breve matrimonio con el periodista Luis Cantero (que en paz descanse), elemento fundamental de esas dos revistas recién citadas. A principios de los 80, encontramos a la señora Lyberten en dos películas, digamos, normales: Sal gorda, de Fernando Trueba, y Escapada final, de Carlos Bempar.
Después de eso, se la pierde de vista (o yo la pierdo de vista) hasta noviembre del 2020, cuando se estrena en el Teatre Lliure de Barcelona una obra titulada Una y escrita por Raquel Cors, que pasa revista al despiporre sexual de la Transición a través de lo que cuenta Eva desde el escenario. Cuatro años después, me entero (a medias) de su fallecimiento. Es un personaje que siempre me ha intrigado y del que me gustaría saber más cosas en breve si quienes la conocieron optan por explicarnos a los demás todo lo que ignoramos