Rodalies de Catalunya, operado por Renfe, firmó ayer otra jornada problemática. El servicio de transporte que utilizan centenares de miles de personas cada día para acudir a sus puestos de trabajo encajó retrasos en ocho líneas por el atropello de una persona en El Prat de Llobregat.
Se trata de una situación que no se debería repetir. Rodalies es un servicio esencial para la ciudadanía y la economía catalana, y su buen funcionamiento es crucial para el buen desempeño del tejido industrial y de servicios, entre otros.
Las cadenas de fallos en Rodalies, además de eso, alimentan al nacionalismo catalán, que lleva años reclamando el traspaso de sus competencias ferroviarias pese a no tener capacidad de operarla.
Que el servicio de tren de corta distancia y urbano funcione bien es una necesidad imperiosa. Y ello no depende de qué administración tenga la competencia, sino de que quien la tenga, lo haga bien.
El equipo de Antonio Carmona, director de Rodalies Catalunya, debe emplearse a fondo para normalizar la buena marcha de los convoyes. Todo lo demás es hastiar a la ciudadanía, presionar a los trabajadores para que vivan en los centros de las ciudades -con el consiguiente aumento de los precios de la vivienda- y alimentar el populismo independentista.