Lluís Salvadó
El presidente de la Autoridad Portuaria de Barcelona, Lluís Salvadó, apura sus últimos días al frente del organismo público. Ya ha anunciado que se marchará cuando termine la Copa América de vela, dejando tras sí una discreta gestión. Nadie le recordará como se suspira por Damià Calvet y Mercè Conesa, entre otros.
Pero en sus últimos días al frente del ente, Salvadó ha mostrado su verdadero rostro. Ha castigado al portaaviones Juan Carlos I, el mayor de la Armada española, al Muelle Adosado, pese a que hubo contactos para que atracara más cerca.
Quizá con ello, Salvadó espera que no haya colas de ciudadanos para visitar la magna nave, tal y como la hubo con el buque-escuela Juan Sebastián Elcano hace unas semanas.
La decisión del presidente de la APB es ideológica, cuando no sectaria, y marcará el fin de una presidencia que no ha dejado resultados tangibles en el Puerto, una de las mayores empresas de Barcelona por facturación.
Previo a ello, Salvadó mostró voracidad con las concesiones públicas, como haría cualquier otro político de distinto color político. Cuando se trata de ingresos, la ideología quizá cuenta menos que con la Armada nacional.