Jordi Puig
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El empresario Jordi Puig se vio involucrado en un desagradable incidente en el Turó Park de Barcelona el pasado viernes. El grupo con el que comía el directivo del inmobiliario terminó gritando y lanzando dos copas a otros comensales en un conocidísimo restaurante de la zona elegante de la capital catalana.
El directivo, indignado por la repercusión del incidente, asegura que ha trascendido porque fue socio de la familia del expresident Pujol y cercano a éstos. Por contra, lo factual es que Jordi Puig lleva años acumulando algunas sombras en su trayectoria empresarial. Hay algunas asperezas claras: se le investigó por hacer operaciones financieras con Jordi Pujol Ferrusola, aunque no resultó condenado; cuando se emparejó con Maite Masià, alto cargo de la Oficina Antifraude de Cataluña (OAC), pese a estas pesquisas y a que su hermano era conseller del Govern; o cuando se le enjuició por la presunta estafa con la venta de una nave en Vilanova i la Geltrú, caso que también se archivó, según él.
El directivo mantiene impoluta su hoja ciudadana, pero sus formas de hacer negocios sorprenden en la Barcelona de orden, destacaron ayer desde Turó Park.
Y no hay mejor descripción de esos modales que involucrarse en una pelea en uno de los mejores restaurantes de la zona a plena luz del día. Además de los límites de la legalidad a la hora de hacer negocios, están las formas. Y que tus acompañantes arrojen bebidas alcohólicas a otros comensales mientras se intercambian improperios son actitudes indignas para alguien que presume de dedicarse a la actividad económica.
Jordi Puig, desafiante, ha amagado con repartir querellas al haberse difundido el incidente. Olvida que cierta época en la que un sector muy concreto del empresariado nacionalista creía que gozaba de impunidad en Cataluña ya terminó.
En la Cataluña actual hay límites. También para aquellos que pensaban que no los tenían.