Carlos Torres
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Los mercados cuentan con una serie de pilares, algunos de ellos intangibles, pero igualmente fundamentales para su buen funcionamiento. Uno de ellos es el de la transparencia. De ahí que resulte significativo que Banco Sabadell haya denunciado públicamente a través de su consejero delegado el malestar por entender que BBVA, la entidad que pretende su adquisición a través de una OPA hostil, no esté honrando adecuadamente este precepto.
Muchos y grandes números se han puesto encima de la mesa para valorar una de las operaciones más importantes del sector financiero de los últimos años en toda Europa. Pero es cierto que entre la maraña de cifras se echa a faltar las que corresponden a supuestos que también podrían convertirse en realidad, como que la OPA se cerrara con éxito, BBVA se convirtiera en accionista mayoritario del Sabadell y, sin embargo, no se ejecutara la posterior fusión (probablemente, por condiciones desfavorables de Competencia o un eventual veto del Gobierno, llegado el caso).
Son escenarios contrarios a los intereses del banco oferente, que ha optado por no ahondar en ellos al estimar que la operación saldrá adelante, con o sin dificultades. Pero no hay que olvidar que buena parte de la operación está en manos de los accionistas del Sabadell, que se cuentan por cientos de miles, y que precisan de todos los datos posibles, tanto los del escenario positivo para BBVA como los de los menos amables. Porque todo apunta a que cuando llegue la hora de decidir acerca de si aceptar o no la OPA, la fusión seguirá sin estar asegurada.
No obstante, BBVA mantiene el compromiso de que, en el caso de que pueda culminar su plan hasta el final, a los clientes del Sabadell no les habrá de faltar nada. Incluido el tan relevante segmento de las pymes. Ante la inquietud que genera la reducción de la oferta que vendría como consecuencia de la fusión, la entidad que preside Carlos Torres apunta a lo sucedido en la anterior crisis financiera.
Por entonces, el número de alternativas era muy superior al de la actualidad pero, sin embargo, su solvencia dejaba mucho que desear como, por desgracia, los sufridos clientes pudieron comprobar. Es cierto que la fortaleza como entidad financiera es lo más importante. Pero no lo es menos que ésta debe respaldarse con cifras. Y éstas deben ser conocidas. O, dicho de otro modo, transparencia.