Carles Puigdemont
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El expresidente de la Generalitat fugado, Carles Puigdemont, consiguió desbancar a ERC de la hegemonía independentista el pasado 12 de mayo, pero los resultados no fueron los deseados. Los 35 diputados que consiguió Junts no fueron suficientes para llegar a la Generalitat. Y el haber negociado con el Gobierno para la investidura de Pedro Sánchez a cambio de la ley de amnistía tampoco le ha servido para nada: todavía no puede volver a Cataluña... a no ser que quiera arriesgarse a ser detenido.
Llegados a este punto, se le ve desesperado. Y no es para menos. Eso explica que el fugado esté aumentando la presión hacia los republicanos, que negocian intensamente con el PSC para cerrar un acuerdo antes de que acabe julio. Pero sus performances no están dando sus frutos.
Junts ha convocado un acto de autobombo para el 27 de julio que no pinta bien, ya que su militancia no está dispuesta a dejar sus vacaciones de lado para ir en autobús, en pleno verano, hasta la Catalunya del Nord. Tampoco tuvo éxito la manifestación que convocó a través de la Assemblea Nacional Catalana (ANC): pinchó. Y mucho menos ha funcionado el recado que ha hecho a los CDR este jueves: 15 personas se han presentado en la sede de ERC para criticar que negocien con Salvador Illa.
Visto lo visto, si algo se ha demostrado en los últimos días es que Puigdemont tiene cada vez menos capacidad para movilizar a su electorado. Aquel que, hace unos años, mataba por hacerse fotos con él. Su estrella se apaga…