Josep Rull
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El presidente del Parlament, Josep Rull, aseguró ayer que en la Cámara catalana prevalecería lo que él llamó la "inviolabilidad" si se intentara practicar una diligencia de detención del expresident catalán huido, Carles Puigdemont. Con ello, el neoconvergente, que ahora es la segunda máxima autoridad de Cataluña, sugirió que podría bloquear la institución ante un arresto del prófugo.
Se trata de declaraciones inaceptables de una figura con un cargo público de la categoría de presidente del Parlament. Si Puigdemont retornara a España, algo que no está claro, debería responder a las autoridades que le requieran. Cualquier artimaña o estratagema sería un nuevo capítulo lamentable en la historia política de Cataluña, que había dejado ya atrás la etapa de la confrontación.
No en vano, cabe recordar que los catalanes han votado en año y medio a partidos no independentistas, y, de forma insistente, han expresado que toca pasar página a la etapa del desafío secesionista que llegó a su cenit en el aciago año 2017.
En esta clave, Rull debería estar a la altura de su cargo y colaborar en esa reconciliación y respeto al ordenamiento jurídico. El político independentista debería tener en cuenta que ya no solo representa a su partido, Junts, sino al conjunto de los 135 diputados del hemiciclo regional, sean del color político que sean.