Jordi Hereu
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Jordi Hereu i Boher (Barcelona, 1965) tiene mucho interés en revitalizar la planta Nissan de la Zona Franca. Primero, como ministro de Industria, pues trabaja para que el sector vaya bien en todos los rincones del país, y segundo, porque Barcelona, la ciudad de la que fue alcalde en el pasado y bien conoce, necesita recuperar su lugar.
Ahora bien, a veces, las ganas y el ímpetu pueden llevar a correr demasiado en ciertas situaciones. La invitación del ministro a que el gigante de automoción chino Chery (la empresa que se instalará en los terrenos de Nissan) a pedir ayudas públicas europeas para el desarrollo de sus inversiones en España no parece de recibo. No las necesita, y ese dinero podría ir destinado a otros proyectos.
Más si se tiene en cuenta que la UE lucha para blindar una de sus industrias decanas y con más peso en el PIB, la de la automoción, del impacto de los competidores chinos.
El proyecto de Chery para la Zona Franca ha levantado polvareda por esto, y porque desde el sector dudan de su impacto real final. Se presenta como un centro de montaje final de vehículos eléctricos, con poco valor añadido en los trabajos que se realizarán en Cataluña. De hecho, ya hay voces del sector que alertan de que la automovilística china instalará un centro de última puesta a punto en Barcelona para sortear los aranceles de Europa.
La principal necesidad en el plan de reindustrialización de los terrenos de Nissan en la Zona Franca es en el plano laboral; y, aquí, la oferta de Chery es la más ventajosa que las Administraciones Públicas implicadas en el proyecto han tenido sobre la mesa. Seguramente los hasta 1.000 empleos de nueva creación motivan que el Gobierno agasaje al fabricante chino, incluido con un riego de fondos europeos muy peligroso por lo que realmente implica.