Marjane Satrapi
Ayatola, no me toques la pirola
Puede que, influido por Óscar Puente, el ministro swiftie y boquirroto, haya titulado este artículo de una manera que puede sonar poco respetuosa con la vida y obra de la iraní Marjane Satrapi (Rasht, 1969), pero les aseguro que la trayectoria creativa y moral de la flamante ganadora del premio Princesa de Asturias me parece tan interesante como admirable. Y, además, podría haberla pronunciado ella misma cuando se exilió a Francia hace ya más de cuarenta años, harta del ambiente opresivo que los fundamentalistas islámicos habían instalado en su país. Curiosamente (o no, ¿a quién le gustaba el Sha?), su familia acogió con agrado el nuevo régimen del ayatola Jomeini…Hasta que quedó bien claro de qué iba la cosa. La pequeña Marjane, que acudía a las clases del Liceo Francés, se encontró con que le chapaban su centro de estudio y que su país había dejado de ser una dictadura laica para convertirse en una tiranía teocrática. Como los visados para Austria eran más sencillos de obtener que los de Francia, Marjane fue enviada al Liceo Francés de Viena. Luego volvió a Irán, vio que las cosas habían empeorado aún más y emigró a Francia, donde sigue a día de hoy.
Marjane Satrapi se hizo mundialmente famosa con los cuatro tomos de su primera obra, Persépolis, publicados en Francia por L´Association entre los años 2000 y 2003 y en España por Norma Editorial entre 2002 y 2004. La idea de plasmar en viñetas sus experiencias de infancia, adolescencia y juventud bajo el régimen abyecto de los ayatolas se la proporcionó su amigo David B., interesante autor cuya obra más conocida es Le haut mal, que es como los franceses denominan a la epilepsia. Evidentemente, Persépolis no se publicó en Irán, pero, como dirían los ayatolas, el mal ya estaba hecho: todo occidente se enteró de cómo las gastaban los curas persas. Para completar la maniobra de desprestigio de los herederos de Jomeini, Persépolis se convirtió en una película de animación en 2007. Y en el ínterin, la señora Satrapi publicó otras dos bandes dessinnées de mucho mérito, Bordados (2003) y Pollo con ciruelas (2006).
Tras codirigir Persépolis, Marjane se dio cuenta de que había llegado al cine para quedarse. Así acabó dirigiendo películas de imagen real como Las voces (2014) o Radioactive (2020, peculiar biopic de Madame Curie). El premio Princesa de Asturias la prestigia a ella y a quienes se lo otorgan, pues una mezcla de dibujante de comics y cineasta sigue resultando a día de hoy una cierta extravagancia en el mundo de la cultura. Los ayatolas dirán que la premiamos porque nos hace la pelota a los degenerados occidentales, pero, francamente, ¿a quién le importa lo que pueda pensar semejante gentuza?