José Ignacio Goirigolzarri
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Motivos y argumentos le sobraban al presidente de Caixabank para convertir su discurso de la junta de accionistas del banco en una suerte de oda a los resultados registrados en 2023, pues batieron récords históricos, tanto de beneficios como de reparto de dividendos, siempre bien recibidos por los socios.
O a la marcha del plan estratégico, con algunos de sus objetivos fundamentales y tan relevantes, como la rentabilidad o el capital generado para devolver al accionista, ya superados a falta de un año para culminarlo.
Sin embargo, José Ignacio Goirigolzarri ha ejercido de gestor y ejecutivo responsable. En su discurso, ha reservado un espacio para rebajar la euforia de los muchas veces engañosos resultados empresariales y ha alertado, de nuevo, sobre la necesidad de que los gobernantes aborden las reformas estructurales que duermen el sueño de los justos desde hace demasiado tiempo mientras la economía española reduce su productividad a marchas forzadas y se aleja cada vez más de los estándares europeos.
Tan necesario es un sistema financiero saneado -como ha quedado de manifiesto en la crisis generada por la pandemia- como una economía robusta, y debilidades tan evidentes como los excesos de déficit y deuda que padece la española lastran su crecimiento.