Albert Salazar
El tercer Acuerdo de Condiciones Laborales del Instituto Catalán de la Salud (ICS) ha sido un éxito del Departamento de Salud. Logró pacificar a la mayor empresa pública de Cataluña y a sus 55.000 sanitarios con incrementos retributivos notables, y con mejoras laborales largamente pedidas.
Pero ese pacto, equivalente a un convenio en la empresa privada, ha tenido un impacto inesperado: tensionará las cuentas de los hospitales a los que se aplica. Uno de ellos es el de Vall d'Hebron, el mayor centro sanitario de Cataluña, que tendrá que ajustarse el cinturón y buscar hasta el último euro para cuadrar sus cuentas y seguir haciendo inversiones.
Ello deja en una posición complicada al gerente, Albert Salazar, que tendrá que hacer de lobista ante las diferentes administraciones -el Govern, sí, pero también las instituciones comunitarias- para lograr financiación para un complejo médico de 220.000 metros cuadrados construido en 1955.
Salazar, que ha logrado pacificar la gigantesca ciudad sanitaria, tiene ahora un problema financiero añadido que no ha provocado él. Le tocará esmerarse para que los recortes no se noten, o de lo contrario podrían afectar a las listas de espera, un problema endémico del sistema asistencial catalán.