Pere Aragonès, presidente de la Generalitat, durante el discurso navideño del 2023 GENERALITAT
Pere Aragonès
Pere Aragonès lo ha vuelto a hacer: ha vuelto a dejar a buena parte de la población de Cataluña al margen de su discurso, en este caso del prescindible mensaje de Navidad. Una declaración totalmente esperada, pues en ella repitió lo que viene diciendo casi a diario: conseguida la amnistía, el siguiente paso es negociar el referéndum.
En esta ocasión, Aragonès volvió a demostrar que, con un salario muy superior al del presidente del Gobierno, vive en un mundo paralelo. Para él, los problemas reales y urgentes como la sequía y la educación son menos prioritarios que el traspaso de Rodalies, la lengua catalana y la amnistía, pues se refirió a ellos en segundo lugar.
Aragonès tira más de gestos y palabras que de acciones reales y concretas. En un inicio, quiso mostrarse más pragmático, pero el nacionalismo que le corre por las venas siempre se impone. Y, como buen Gobierno en minoría que dirige, gobierna para una minoría, pues se olvida a menudo de las preocupaciones reales de una población cada vez más hastiada.
