Antonio Garamendi
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Resulta loable que la CEOE haya tomado la iniciativa en un asunto como la revisión al alza del salario mínimo interprofesional (SMI) al realizar su propia propuesta, justo cuando echa a andar una legislatura en la que la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, tendrá más poder que nunca en el seno del Ejecutivo.
No obstante, las huestes que lidera Antonio Garamendi deberían aprender de experiencias pasadas y preocuparse algo más de los salarios medios, que son los que han padecido de forma más radical el impacto de la abrupta subida de la inflación, que ni de lejos ha podido ser compensada por las revisiones que se han negociado y ejecutado hasta la fecha.
En este punto radica la estabilidad de una clase media que es la que sostiene al Estado y procura el crecimiento económico, amenazado precisamente por la reducción del poder adquisitivo de muchos de los contribuyentes. Raramente la subida de los sueldos más reducidos ha servido de catapulta para elevar los salarios medios, que son aquellos que garantizan realmente la existencia de una clase media robusta que sea capaz de impulsar el crecimiento y la generación de más y mejor empleo.