Maurici Lucena
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El fiasco de Aena con el contrato de asistencia a personas con discapacidad en el aeropuerto de Madrid-Barajas pone en evidencia un fallo en su gestión. El gestor tendrá que volver a licitar su servicio mejor valorado tras quedar desierto por falta de ofertas en el Servicio Sin Barreras.
Este fallo muestra que el operador aeroportuario no parece haber asumido que la colaboración público-privada pasa también para permitir cierto margen de negocio a los adjudicatarios, y no sólo en poner condiciones y fiscalizarlas para garantizar la excelencia del servicio.