Shakira
Despechada y morosa
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Los problemas de la cantante colombiana Shakira (Barranquilla, 1977) con la Hacienda española no terminan nunca. Su costumbre de no pagar al Estado lo que le corresponde parece ya eso que los anglosajones definen como second nature. Que le sale de natural, vamos. Aún arrastraba una deuda con Hacienda cuando, hace unos pocos días, afloró otra que, sumada a la anterior, puede ponerla en una situación económica delicada dentro de un orden ya que, como todos sabemos, es inmensamente rica gracias a su voz quebrada, su portentoso cimbreo de caderas y su discutible repertorio, que va empeorando de año en año sin que sus ganancias se resientan. Es, precisamente, su envidiable situación financiera la que la hace especialmente antipática para el español medio, que ve como a él le soplan todo el dinero posible cada vez que cumple sus obligaciones con Hacienda. Da la impresión de que Shakira no paga lo que debe porque no le sale de las narices (es de origen catalán, pero eso no debería tener nada que ver con su racanería manifiesta, a no ser que queramos creer en los tópicos).
El nuevo intento de escaqueo de Hacienda llega, además, cuando muchos llevamos ya unos meses un pelín hartitos de ella y de su divorcio del futbolista Gerard Piqué. Lo de que el mayor desprecio es no hacer aprecio no va con la colombiana, evidentemente, pues hay que ver el jugo que le ha sacado al despecho esta mujer en forma de canciones contra su ex, declaraciones de un feminismo más que dudoso (¿no se le ocurrió nada mejor que lo de que las mujeres facturan?), modelitos con mensaje (el último, una chaqueta con la palabra NO en enormes caracteres, que llevó a que algunos graciosos confundieran intencionadamente la letra o con una tapa de retrete), utilización de los propios hijos como armas arrojadizas contra el futbolista, comentarios despectivos sobre la actual novia de éste…Mira que la historia es sencilla y sabida: un tipo diez años más joven que su mujer la sustituye por otra más joven que él. Fin de la historia. No hay más qué hablar. ¿Para qué regodearse en el despecho cuando en Miami no le faltarán pretendientes a una mujer tan rica y atractiva como ella? (comentario machista: me la crucé hace años en una entrega de premios de la industria cinematográfica y puedo asegurarles que, aunque algo bajita, Shakira podía poner verraco a cualquiera, y estoy convencido de que conserva esa prestación a sus 46 años).
El despecho puede dar origen a grandes canciones: pensemos en el hit de Paquita la del Barrio Rata de dos patas, o en los desahogos tirando a machistas del gran Héctor Lavoe (Señora Lola, perla de su repertorio inmortal). Lamentablemente, el acercamiento al tema de Shakira ha dejado mucho que desear y la diva sólo ha conseguido quedar como una cuarentona malcriada que no soporta que la planten por una jovencita. Eso a ella no se le hace. De la misma manera que no se le exige que cumpla con Hacienda (según ella, ha cumplido con creces, pero parece que en España le tenemos manía o algo).
El despecho mal expresado y la morosidad desfachatada componen un cóctel muy chungo. Querida Shakira, tómate una tila y apoquina lo que nos debes.