Tras la tempestad del traslado de la sede social de Ferrovial a Países Bajos, ha llegado una cierta calma una vez que la operación se ha hecho efectiva y la compañía se ha estrenado en la Bolsa de Amsterdam. Menos ruido está generando el capítulo siguiente de la historia aunque, en realidad, sería más propicio para la crítica dado que, por el momento, la presencia de Ferrovial en el "mercado de moda" en Europa pasa bastante desapercibida, tanto por el rendimiento de la acción como, sobre todo, por los volúmenes de contratación.
Las compañías tienen toda la libertad para realizar este tipo de movimientos, pero eso no quiere decir que las estrategias sean siempre acertadas. Y, por ahora, ésta no está siendo especialmente prometedora.