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La obsesión lingüística de los independentistas está convirtiendo el sistema educativo catalán en un ámbito hiperregulado por normas que no solucionan los verdaderos problemas de la comunidad -falta de profesores, barracones, segregación...-, sino que fomenta la discriminación de una de las dos lenguas oficiales que reconoce el Estatut.
La consejera Anna Simó se ha revelado como digna sucesora de Josep Gonzàlez-Cambray en lo que respecta a la imposición del catalán en detrimento del castellano.