"Se intenta que la profesora de castellano no entre en el aula nada más que para dar castellano y así evitar posibles interferencias". Por increíble que parezca, esa es una de las medidas impulsadas por una escuela de Cataluña -en este caso, la Joan Juncadella de Sant Vicenç dels Horts (Barcelona)- para "incentivar el uso" de la lengua catalana.
Así lo ha denunciado Asamblea por una Escuela Bilingüe (AEB), reflejando de este modo la enésima muestra de acoso al español en el sistema educativo de la Generalitat. Porque, si ya de por sí son intolerables iniciativas excluyentes de este tipo, tanto o más lo es que cuenten con la validación de la Consejería de Educación antes dirigida por el radical Josep Gonzàlez-Cambray y, desde el mes pasado, por Anna Simó.
Es hora de poner fin ya a este tipo de abusos. En este sentido, sería deseable que la misión de la Eurocámara que este año visitará Cataluña para evaluar la inmersión monolingüe obligatoria en catalán los constate, y que ello contribuya al regreso del bilingüismo a las aulas, vista la pasividad del Gobierno español ante hechos tan graves. Y es que, por mucho que se empeñen los nacionalistas, el uso del castellano -lengua cooficial, por cierto, en la autonomía- no es ninguna "interferencia" ni "anomalía", sino un derecho y una riqueza cultural.