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Carles Puigdemont ha perdido la inmunidad. Y también la dignidad. Vivir con un sueldo -nada desdeñable- de eurodiputado, para luego arremeter contra las instituciones europeas, da cuenta del cinismo del expresidente, que todavía se cree capaz de movilizar el activismo independentista. Que sepamos, la sentencia del Tribunal General de la UE (TGUE) no ha provocado algaradas callejeras ni grandes protestas separatistas en las calles catalanas.