Anna Simó
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A Anna Simó se le acumula el trabajo en su nuevo cargo al frente de la Consejería de Educación de la Generalitat tras la pésima gestión de su antecesor, Josep Gonzàlez-Cambray. El sistema educativo autonómico no es, ni mucho menos, el "modelo de éxito" que los mandatarios del Govern llevan años pregonando a bombo y platillo, sino más bien lo contrario. Líderes en abandono escolar prematuro, y con los alumnos de Cataluña a la cola de España -tras Ceuta y Melilla- y de Europa en comprensión lectora, bien harían los dirigentes nacionalistas en ponerse las pilas cuanto antes, porque el trabajo atrasado por hacer en este ámbito es oceánico.
Y eso por no hablar de las escuelas que llevan años en barracones o del rechazo la Generalitat a las sentencias judiciales que obligan a impartir al menos un 25% de clases en castellano en su sistema educativo monolingüe obligatorio en catalán. Esa férrea oposición al bilingüismo a las aulas no sólo no contribuye a aprender bien los idiomas oficiales de la autonomía, sino que además envalentona a aquellas direcciones de escuelas que comparten tal actitud, como se ha visto en los últimos días en el caso de una de Terrassa que prefiere comunicarse con las familias por signos antes que en español, o el de un instituto de Sant Pere de Ribes que amenaza con no contratar a monitores de extraescolares que utilicen el castellano con los niños.
Está por ver si Simó será capaz de acabar con tan deplorables situaciones o si sigue el camino de su antecesor Cambray, cuya intransigencia y autoritarismo le acabaron enfrentando con la comunidad educativa y las familias en cuestiones de lo más diversas.