Robert Blake, actor nonagenario fallecido esta semana / EFE

Robert Blake, actor nonagenario fallecido esta semana / EFE

Examen a los protagonistas

Robert Blake

12 marzo, 2023 00:00

Carretera perdida

Se nos ha muerto, casi nonagenario, el actor Robert Blake (Nutley, Nueva Jersey, 1933 – Los Ángeles, 2023), cuyo nombre auténtico era Michael Gubitosi y al que se recuerda, básicamente, por tres papeles: el de uno de los asesinos de A sangre fría (1967), adaptación del libro de Truman Capote a cargo de Richard Brooks; el poli infiltrado en grupos criminales de la serie de televisión Baretta (1975 – 1978); y el extraño y aterrador personaje con la cara pintada de blanco que le amargaba la existencia al pobre Bill Pullman en la película de David Lynch Carretera perdida. Los aficionados a los sucesos y a la crónica negra de Hollywood puede que lo recuerden también por el largo juicio al que se enfrentó en el 2002 por el presunto asesinato a tiros de su esposa, del que se salió más o menos de rositas (un poco a lo O.J. Simpson), aunque todo el mundo tenía la impresión de que más culpable no podía ser.

El señor Blake, hijo de inmigrantes italianos (papá venía directamente del paese y mamá, aunque nacida en Nueva Jersey, era de padres italianos), empezó a actuar de niño y se convirtió en un intérprete infantil bastante cotizado gracias a su (tardía) presencia en la saga Our gang (La pandilla), que se había iniciado, si no me equivoco, cuando el cine mudo. Cuando creció, no lo hizo lo suficiente como para poder ejercer de galán y tuvo que conformarse con papeles secundarios hasta que A sangre fría lo ayudó decisivamente a destacar. La serie Baretta tuvo bastante éxito y yo la recuerdo como un cop show bastante entretenido. Y su siniestra aparición en Lost highway me puso los pelos de punta, sobre todo gracias a la secuencia en la que su personaje demuestra ser capaz de estar en dos sitios a la vez, para desesperación del saxofonista interpretado por Pullman, a cuya progresiva locura vamos asistiendo minuto a minuto.

Sus últimos años tuvieron más que ver con la justicia que con el cine. En 1999 conoció a una tal Bonnie Lee Bakley, que venía con cierta fama de vivir a costa de viejos adinerados. Mientras ejercía de novia de Blake, Bonnie Lee mantenía un romance con Christian Brando, uno de los hijos del célebre actor, y al quedarse embarazada, no supo muy bien quien era el padre. Tras unas pruebas de ADN que demostraron la paternidad de Blake, éste se casó con ella, aunque vivían en zonas separadas de la misma casa. En mayo de 2001, tras una cena en un restaurante de Hollywood, alguien le descerrajó unos tiros a la pobre Bonnie Lee y todo parecía indicar que había sido su querido esposo. Y ahí acabó la carrera de Robert Blake en el sector audiovisual para convertirse en una estrella de la crónica negra. Tras un juicio lleno de contradicciones, testigos escasamente fiables y sospechas no muy fáciles de probar, Robert Blake quedó libre en el 2007, dedicándose a vegetar hasta hace unos pocos días, cuando la diñó en su casa de Los Ángeles.

Extraño personaje, vive Dios. De hecho, fue más famoso en el mundo del crimen que en el del cine. Pero su aterradora aparición en Carretera perdida me acompañará toda mi vida, me ponga como me ponga.