Esperanza Aguirre
Siempre a flote
Grande de España. Ministra de Cultura entre 1996 y 1999. Presidenta del Senado (1999 – 2002). Presidenta de la Comunidad de Madrid (2003 – 2012). Presidenta del PP de Madrid (2009 – 2016). Sobrina segunda del poeta Jaime Gil de Biedma y prima segunda de la artista Ouka Leele. Cuenta entre sus galardones con la Legión de Honor francesa, la condición de Dama Comandante del Imperio Británico o la Gran Cruz de Isabel la Católica. Esperanza Aguirre (Madrid, 1952) atesora prosapia a granel. No contenta con eso, aseguran quienes la han conocido (incluyo a algún amigo mío) que es una señora encantadora, simpática y graciosa a más no poder. Eso sí, se ha visto metida en algunos fregados de corrupción política relacionados con el partido de sus entretelas, el PP, pero también es verdad que se ha salido de rositas de todos ellos. A la que se registra alguna corruptela en el PP madrileño, el nombre de Esperanza Aguirre siempre sale a relucir, pero ella siempre termina aparentemente limpia de polvo y paja mientras sus secuaces caen como moscas. Ahora mismo, se acaba de librar de que la sigan relacionando con las trapisondas de la Púnica y los líos del PP con su supuesta caja B, pues los jueces que investigan el asunto así lo han determinado (asuntos algo turbios anteriores a éste han prescrito sin que a la señora Aguirre se la pudiera acusar de nada). O estamos ante una buena mujer a la que traicionan sus subordinados o ante una mente criminal que podría dar lecciones a los villanos de las películas de James Bond.
En la época en que caían algunos de sus protegidos, como Ignacio González o Francisco Granados (un hombre al que le cabe el honor de haber inaugurado desde su cargo oficial la prisión en la que acabó pernoctando), Esperanza parecía ser siempre la más sorprendida ante las mangancias de esos señores. “Otro que me sale rana”, dijo un día por televisión cuando acababan de detener a uno de sus hombres de confianza (lo de “otro” se debía a que ya habían trincado a un secuaz suyo previamente). Al español medio, que es de natural mal pensado (ya lo dice el refrán: “Piensa mal y acertarás”), le costaba un poco creerse la mala suerte de la señora Aguirre a la hora de elegir a sus peones: de ahí surgió la leyenda de Esperanza Aguirre como una escapista a lo Harry Houdini, pero en el terreno de la política y sus corruptelas. Realmente, resultaba ligeramente sospechoso que a una mujer tan lista se la dieran con queso todos los que le debían el cargo, pero…¿Se pudo probar alguna vez la participación de Esperanza en los distintos desaguisados económicos del PP? No, señor, de ninguna de las maneras. La versión oficial que ha quedado es que ella repartía cargos entre gente de poco fiar que le salía rana. Puede que todos nos hayamos quedado con la sospecha de si tal cosa era del todo cierta, pero a efectos legales, Esperanza Aguirre está más limpia que una patena y en sus bolsos de marca se pueden comer sopas.
La sospecha es insidiosa, pero inútil a un nivel práctico. De ahí que Esperanza siga siendo la señora salerosa, simpática y carente de preocupaciones que ha sido siempre. Sobre todo, si no se le cruza en el camino algún guardia municipal con ganas de tocarle sus aristocráticas narices.