Tú eres las próxima
No hace falta haber leído las aventuras de Harry Potter para saber que la británica J.K. Rowling representa uno de los mayores éxitos editoriales de todos los tiempos. Como no formo parte de su target, que dirían los publicistas, Harry y sus amigos magos me importan un pimiento, y mi único acercamiento a ellos consistió en aguantar como buenamente pude los primeros veinte minutos de una de sus películas (creo recordar que la de Alfonso Cuarón, cineasta mexicano por el que siento cierta debilidad).
Confieso que tampoco me he acercado a esos thrillers para adultos que firma con el seudónimo de Robert Galbraith y que protagoniza Cormoran Strike, pero eso no quita para que considere sus declaraciones públicas de una sensatez admirable en los tiempos que nos ha tocado vivir. Declaraciones que, por otra parte, siempre le traen problemas. Hace un tiempo arguyó que la biología es una fuerza muy tozuda y se le echó al cuello la comunidad queer y trans, que intentaron cancelarla (con la ayuda de parte del elenco de las películas de Harry Potter, ¡que le deben la vida!).
Ahora ha salido en defensa del apuñalado Salman Rushdie y los tarados de rigor la han vuelto a tomar con ella. Como el activista Meer Asif Aziz, quien se marcó un tuit dirigido a ella que rezaba “Tú eres la siguiente”. O un grupo de Facebook que se solidarizaba con el aspirante a asesino de Alá.
Lo curioso del caso es que cuando Rowling protestó ante Twitter por el infamante textito, le respondieron que no encontraban en él nada que contraviniera las normas de la casa. Y algo parecido le sucedió en Facebook. Al señor Zuckerberg, que le da un parraque en cuanto atisba un pezón, le parece normal que haya gente que admire a un fanático con intenciones asesinas o que un supuesto activista social se permita amenazas de muerte.
No hace falta admirar a un autor para reconocer su valor moral, y J.K. Rowling lo ha demostrado ampliamente. Pero las amenazas se suceden y nadie parece tomárselas muy en serio. ¿A qué estamos esperando en el caso de la señora Rowling? ¿A que la cancelen, a que la maten?
Toleramos con excesiva tranquilidad los ataques a la libertad de expresión mientras se nos llena la boca con tan noble concepto. Cuando el escándalo de Los versos satánicos y la subsiguiente fatua, ya hubo quien dijo que Rushdie se lo había buscado con su actitud irónica sobre el Islam (creo que hasta el Papa comparó el caso con la posibilidad de que no sé qué cardenal hablara mal de su mamá, obligándole a darle un sopapo). Tras el apuñalamiento del amigo Salman, ha vuelto a imperar una prudencia rayana en la cobardía que Rowling desafió diciendo, una vez más, lo que pensaba. Se la amenaza de muerte en Twitter y nadie hace nada al respecto. Poco nos pasa.