Gabriel Rufián
Madrid le sienta tan bien
A Gabriel Rufián le está sentando muy bien su (larga) estancia en la capital del reino. Menos mal que no se tuvo que ir al cabo de dieciocho meses, coincidiendo con la independencia de Cataluña (que ni llegó ni se la espera), como anunció en uno de esos muchos momentos en los que se viene arriba, y puede seguir en Madrid (desde 2016, en el Congreso de los Diputados) hasta una fecha indefinida. A no ser que, en su partido, ERC, le convenzan para que se presente a alcalde de su Santa Coloma natal, cosa que dudo le haga la menor ilusión, pues su pueblo es un feudo sociata prácticamente inexpugnable desde siempre y no creo que a Rufi le interese cambiar un escaño en el congreso por una plaza en la oposición de un municipio que abandonó hace años en busca de un futuro mejor para sí mismo.
De momento, ha dicho que se lo pensará, pero que la alcaldía de Santa Coloma (como si estuviese seguro de ganarla) debería ser compatible con su presencia constante en la Carrera de San Jerónimo de la capital de España. Y es que, en Cataluña, nuestro Rufi era un muchacho que apuntaba maneras en lo relativo al medro, pero ha sido en Madrid donde se ha convertido realmente en un político no diré que respetado, pero sí digno de ser observado con cierta curiosidad antropológica. Y cuando te gusta venirte arriba y decirlas bien gordas, Madrid es el atril ideal: su última diatriba contra Junts x Cat a causa de las chapuceras maniobras de espionaje en tierras rusas de Alay y Boye, habría alborotado un poco el gallinero de ser pronunciada en Cataluña, pero al haber salido de Madrid, que es el Gran Satán para los indepes, la cosa se ha expandido urbi et orbi.
Hay algo admirable en Juan Gabriel Rufián Romero (Santa Coloma, Barcelona, 1982), y yo diría que es esa desfachatez que lo caracteriza y que le ha permitido llegar a donde ha llegado en la política, terreno más fértil que el mundo real para la gente como él. De clase obrera y origen inmigrante, Rufi encontró una manera de prosperar pegándose al gran Joan Tardà, dándose de alta en la ANC y contribuyendo al nacimiento de Súmate, aquel movimiento consagrado a la caza al vuelo del voto del charnego que se inventaron los de ERC, a quienes siempre les ha atraído la aventura de predicar en el desierto, de donde siempre sacan algo, ya sea un andaluz con ganas de prosperar o una marroquí con velo que aporte un tono multiculti a las fotos grupales de los cebolludos carlistones y meapilas.
Con Tardà se fue a Madrid y formaron una pareja imbatible a la que Rufi aportaba el, digamos, mestizaje indepe, mientras Tardà seguía blandiendo el tarro de las esencias. ERC suele enviar a Madrid lo más bruto y simplón que tiene (y si apenas habla castellano, mejor), pero yo diría que con la pareja Tardà- Rufián les salió el tiro por la culata: el primero se convirtió en un fino orador y un eficaz parlamentario apreciado por sus iguales, con los que acabó yéndose a tomar cañas, aunque fueran del PP, y el segundo descubrió una ciudad en la que nadie le tenía manía, en cuyos bares se dirigían a él como don Gabriel y en la que se vivía francamente bien (¿para qué volver a la Cataluña supuestamente independiente al cabo de año y medio?).
Pasar de gañán a estadista es una hazaña que no todos pueden acometer. Rufi, a su peculiar manera, lo ha conseguido. Tal vez en el mundo real no habría llegado muy lejos, pero en el político ha demostrado una inteligencia emocional que le honra (y que le sale muy a cuenta). Madrid es, hasta ahora, el punto álgido de su carrera consagrada al medro. Ahí se siente respetado y hasta querido, lo cual puede que le lleve a preguntarse un día de estos para qué le sirve seguir yendo de independentista (yo lo veo perfectamente en cualquier otro partido de seudo izquierda en el que se le deje largar sin tasa).
Hay un largo camino que empezó en Santa Coloma y que ha convertido a un (aparente) tarugo en un padre de la patria. Por ese camino ha habido bajas, claro está, como la señora Rufián (nacida Varela), que se ha visto sustituida por una chica del PNV a la que nuestro héroe conoció en el congreso, pero esas cosas pasan cuando vas directo hacia la gloria. Que es donde se encuentra en estos momentos el ciudadano Rufián, orgullo de Santa Coloma, de la Cataluña multicultural y de España entera y ejemplo para todos los arribistas en proceso de formación, que tienen en él algo muy parecido a su santo patrón.