Josu Jon Imaz
Repsol ha anunciado este jueves un beneficio de casi 2.500 millones de euros en 2021, cifra que confirma que la energética ha dejado atrás con creces la crisis del Covid-19, toda vez que supera de forma notable la obtenida en 2019, el año anterior a la irrupción del virus.
Bien es cierto que la compañía ha contado con la subida de los precios de las materias primas, sobre todo del petróleo, como aliado para generar un flujo de caja que ha superado en 1.400 millones lo presupuestado. Sin embargo, los resutados también se deben a un ejercicio de mejora de la eficiencia, potenciado con la pandemia, que ha hecho posible que Repsol gane más con una menor producción. Con el foco en aquellos mercados en los que es posible obtener una rentabilidad razonable.
De la mano de su consejero delegado, Josu Jon Imaz, la energética, que sigue avanzando en sus planes de descarbonización con el objetivo de la neutralidad en 2050, se ha acordado de sus accionistas, en los que repercutirá prácticamente todo el citado exceso de flujo de capital, con la fórmula, cada vez más extendida entre las grandes cotizadas españolas, de la combinación entre un dividendo en efectivo y la recompra y amortización de acciones. Cerca de 1.500 millones este año ante las previsiones de que los precios del crudo serán de nuevo elevados.