Madonna
La incombustible Madonna acaba de colgar en las redes sociales unas muy hogareñas imágenes de su cena de Acción de Gracias en las que se la ve acompañada de sus cinco hijos (entre biológicos y adoptados). Supongo que lo ha hecho para contrarrestar las últimas que pudimos ver y que le han acarreado críticas muy notables de sus fans, de sus haters y de los guardianes de la moral. Supongo que las han visto. Primero se disfrazó de pelandusca para demostrar que sigue siendo la más plus, la más sexy y la más todo a sus 63 años, pero lo único que vimos casi todos fue una apoteosis del photoshop sobre el cuerpo de una mujer que decía que era Madonna, pero que más bien parecía una atractiva jovenzuela de veintitantos años: la cosa cantaba, francamente. Luego se hizo unas fotos para la revista V en las que aparecía disfrazada de Marilyn Monroe viva y Marilyn Monroe muerta (tratando de reproducir su cadáver tal y como la encontraron en su momento, pero con el culo al aire, para que todos viésemos que, a su edad, se conserva estupendamente). Para rematar la jugada, nos regaló una imagen en la que el fotógrafo Steven Klein le ponía un cuchillo en el cuello, amenaza que ella agradecía poniendo cara de éxtasis. Entre unas cosas y otras, la pobre Madonna se ha tirado unos cuantos días encajando reproches de todo tipo por parte de toda clase de gente.
Unos le afeaban la conducta por retratarse tan contenta con un cuchillo en el cuello cuando los feminicidios siguen sucediéndose a una velocidad pasmosa. Otros lamentaban que se sirviera del cadáver de Marilyn Monroe para practicar el autobombo. No faltaban los que le recordaban su edad y le decían que lo que había resultado provocador y novedoso era, en todo caso, su libro Sex, publicado hace más de treinta años, y que seguir en las mismas a los 63 empezaba a resultar un pelín ridículo. Finalmente, no faltaban los moralistas que la urgían a respetarse un poco más a sí misma y a dejarse de vulgaridades de tono sexual, aunque solo fuese por sus hijos, a los que suponían hundidos en la vergüenza tras ver a su madre vestida de furcia juvenil, haciéndose la muerta, enseñando el trasero y disfrutando de que un hombre le plantara un cuchillo en el cuello.
Todo parece indicar que a esta mujer no le gusta envejecer y opta por disimularlo a base de bótox y photoshop. Lo mismo le pasa a Mick Jagger, cierto, pero hay que decir en su descargo que pasea sus múltiples arrugas por el mundo con una alegría y una desfachatez dignas de respeto y hasta de admiración. Supongo que, cuando has basado una parte de tu éxito en ser súper sexy, el paso de los años debe sentarte como un tiro, pero insistir en la provocación sexual cuando la realidad no acompaña puede acabar conduciéndote al ridículo. Si esto sigue así, la señora Ciccone va a acabar como Bette Davis en ¿Qué fue de Baby Jane?.