Pilar Rahola
Lucro cesante
Pintan bastos en la hasta ahora confortable y lucrativa existencia de Pilar Rahola, vocera mayor del régimen y cheerleader en jefe del hombre de Waterloo, ese pedazo de líder revolucionario que deja a los suyos en la estacada, se mete en el maletero de un coche, se da el piro de España y el que venga atrás, que arree. Yo diría que el cese fulminante de La Vanguardia indica que las cosas empiezan a torcerse un poco para la pobre Pilarín, que ha sido incapaz de reprimir el asco que le produce ERC en una época en la que este partido pinta algo más que el de su querido líder. El Conde de Godó, como las naciones según el punto de vista británico, no tiene amigos, sino intereses. En ese sentido, la señora Rahola le fue muy útil durante los años en que Pepe Antich estaba al frente de La Vanguardia, pues sus soflamas fomentaban la generosidad de Artur Mas, pero ahora la tabarra soberanista de la buena señora traía más problemas que otra cosa. De ahí el despido fulminante (por correo electrónico: ni almuerzo gratis para atenuar el golpe ni nada) tras haberle reducido el número de columnas semanales a cuatro.
La cosa es, claramente, una ofensa para las dos cosas que Pilar más valora: su independentismo recalcitrante y su cuenta corriente (le soplaba al señor conde 110.000 euros anuales, una suma inaudita en el periodismo barcelonés). Que Pepe Antich, vía alguno de sus minions, le ría las gracias en El Nacional debe sentarle bien, pero que le soplen más de cien billetes anuales, no tanto: tengamos presente que Pilar considera que un sueldo de 6.000 euros es propio de pringados que apenas llegan a final de mes.
Como las desgracias nunca vienen solas, la CUP la ha tomado con ella. Eulàlia Reguant --la de la colección de tics y salopettes y gafas a lo Rappel-- se permitió tuitear, tras el cese de la columnista, que era una vergüenza que hasta el Conde de Godó se adelantará a TV3 a la hora de prescindir de sus servicios. Poco después --casualmente o no--, el frente de juventudes de la CUP le enguarraba los muros de su mansión en Cadaqués con comentarios relativos a su sionismo, que a los antisistema les parece fatal. Aparte de humillante, la acción de Arran tiene consecuencias económicas, pues esas pintadas suelen ser difíciles de borrar y hacerlo te cuesta un dinero que es evidente que no va a salir de las arcas del Conde de Godó (quien, en un acto de generosidad y tolerancia inaudito, la mantiene en las tertulias de Can Basté, aunque ya veremos lo que dura si sigue poniéndose farruca y desagradable con Màrius Carol, que, aunque ya no dirija La Vanguardia, sigue pesando lo suyo en la empresa).
Cesada por el señor conde y acosada por Eulàlia y los de Arran, la pobre Pilar --sea para pagar el borrado de las pintadas o para poder mantener las clases de equitación de la niña o para comprar camas nuevas que sustituyan a las que, según la columnista, se cargan implacablemente ella y su marido en sus briosos encuentros sexuales-- se ha visto obligada a ir a Tele 5 a hablar de Rociíto (en castellano, claro está). Y no seré yo quien se sorprenda si un día de éstos la veo en Supervivientes, Sálvame de Luxe o Gran hermano VIP: a fin de cuentas, para crear mal rollo y montar tanganas, se pinta sola, y eso es algo que se valora mucho en Casa Vasile. Pasados los tiempos en los que quienes la acusaban de plagiaria tenían el detalle de morirse (recordemos al abogado Loperena y su historia de Bernard Hilda), Pilar Rahola atraviesa momentos complicados que la obligan a modular su discurso para seguir chupando del bote nacionalista. Y la verdad es que no se la ve muy dispuesta. Espero, por su bien, que no decidan prescindir de sus servicios en el Mosad, porque entonces sí que todo va a ser llanto y crujir de dientes.