Marilyn Manson
La caída del anticristo
Nueva víctima de la súbita recuperación de la memoria a cargo de unas víctimas de abusos sexuales. Se trata del cantante gótico (o mamarracho máximo, según el punto de vista) Marilyn Manson (nacido Brian Hugh Warner en Cantón, Ohio, en 1969), al que se le acumulan las denuncias por maltrato, torturas sexuales y perversiones varias desde hace unos días, cuando una antigua novia, la actriz Evan Rachel Wood, recordó de repente lo mal que se había portado con ella hace más de diez años. No tardaron en apuntarse más (supuestas) víctimas de las sevicias del señor Manson (creo que vamos por la novena), y una de ellas ha llegado a tan alto nivel de especificación que ha afirmado que el sujeto disponía en su mansión de una habitación especial para consumar sus violaciones. En los tiempos que corren, estas acusaciones te cuestan la carrera, y Marilyn ya está empezando a comprobarlo: lo han echado de su discográfica, su agente se lo ha quitado de encima y lo han despedido de dos programas de televisión en los que colaboraba. Y teniendo en cuenta que siempre ha hecho gala de una personalidad supuestamente perversa y un punto demoníaca, lo tiene peor que otros para hacer frente a las acusaciones que le acaban de caer encima.
No es que yo sufra especialmente por el destino del señor Warner, ya que siempre le he considerado un mamarracho que quería dar miedo y solo conseguía propiciar una mezcla de risa y pena. Su música era un ruido siniestro y post industrial (por decir algo) que no podía salvar ni su productor, Trent Reznor, un tipo algo sobrevalorado, pero no del todo exento de talento. Su presencia física remitía a un Alice Cooper de segunda división, cuando el pobre Alice --que se hizo célebre en los años 70 y siempre ha sido consciente del papel que interpretaba (hizo amistad con Groucho Marx durante los últimos años de vida de éste)-- ya era de tercera regional. Y su rollo gótico-siniestro-satánico-degenerado solo podía escandalizar a algunos palurdos del Medio Oeste que aún echaban de menos las bonitas canciones de Frankie Avalon y Annette Funicello.
¿Se ha ganado a pulso Marilyn Manson las desgracias que ahora han caído sobre él? Pues algo más que otros, sí, la verdad. No porque se haya demostrado que era un peligroso satanista pedófilo de esos que, según QAnon, controlan el mundo bajo la dirección de Hilary Clinton y tienen su cuartel general en el sótano de una pizzería de Washington, sino porque las acusaciones apuntan a un sujeto sórdido y a un pervertido de lo más común. Caso de ser ciertas esas acusaciones, se hubiese agradecido, eso sí, que hubieran tenido lugar en su momento y no ahora, cuando parece darse a nivel mundial una recuperación masiva de la memoria por parte de víctimas de hechos asquerosos.
Las que no han dicho nada al respecto son las dos mujeres que más tiempo le aguantaron, la actriz Rose McGowan y la reina del neo burlesque Dita Von Teese. La primera tiene fama de no estar muy bien de la cabeza --como testigo en el caso de Harvey Weinstein, acabó beneficiando a la defensa, al igual que Asia Argento, otra perturbada de cuidado-- y la segunda es una señora muy elegante y de belleza anticuada que nunca entendí que le veía al mamarracho de Marilyn. A ver cómo se sale de ésta el pervertido del que se contaba que se había quitado no sé cuantas costillas para poder practicarse felaciones a sí mismo. Si es que se sale, cosa que, por otra parte, no puede importarme menos.