Pedro Sánchez
No creo que haya ningún otro país en el mundo en el que el presidente se avenga al basureo del idioma nacional en un rincón del territorio, como acaba de ser el caso de España gracias al último chanchullo de Pedro Sánchez con Podemos y ERC para asegurarse la aprobación de sus presupuestos y, sobre todo, su permanencia en el cargo. Ya sé que ese cambalache lingüístico no va a suponer grandes cambios en la situación oficial del castellano en Cataluña, pero transmite una imagen muy lamentable de nuestro presidente, al que parece dársele una higa todo lo que no sea el corto plazo que le permite disfrutar de su sillón. La cesión ante los separatistas y sus compañeros de cama -esa izquierda lela que cree que los indepes la van a ayudar a conseguir la tercera república- es, probablemente, irrelevante a un nivel práctico, pero a un nivel simbólico constituye todo un tiro en el pie y una bajada de pantalones impropia de alguien que hace como que está al frente del gobierno de una nación.
No sé si Sánchez es consciente de la que ha liado con su metedura de pata conceptual, pero la oposición ya se encargará de hacérselo saber. Puede, incluso, que su vergonzosa iniciativa se le vuelva en contra en las urnas, algo que debería preocuparle a alguien que solo piensa en hacer durar su puesto de trabajo todo lo posible y al que todo lo que pueda ocurrir más allá de su presidencia se la pela que da gusto. Tengo la impresión de que el PSOE va a acabar lamentando su conversión en ese club de fans de Pedro Sánchez en el que brillan con luz propia acémilas del nivel de Lastra y Ábalos.
Nuestro querido presidente se alegró en su momento de que Pablo Casado marcara distancias con Vox. Yo también. Pero creo que debería corresponder a la razonable actitud del líder de la oposición aplicándose el cuento y dejando de tratarse con los Ceaucescu y con Rufián. Difícilmente puedes exigirle a la derechona que se aleje de la extrema derechona si tú no te apartas de bolcheviques de salón y simples enemigos del estado como Podemos y ERC. No negaré que el señor Sánchez es, como él mismo diría, resiliente, pues fue eliminado, renació de sus cenizas y entonó el ritorna vincitore. Pero no sé cuantos tiros más en el pie se podrá asestar antes de que se le gangrene. Lo del apaño con ERC es solo una gota más en su proyecto de inundación nacional en su propio beneficio, como la prevista ley para el supuesto control de las fake news, pero puede llegar un momento en el que las goteras obliguen a los inquilinos de su propio edificio a considerar de nuevo la posibilidad de asesinarlo políticamente.