El consejero de Acción Exterior, Transparencia y Relaciones Institucionales, Bernat Solé, está más empeñado en crear problemas que en mejorar la vida de los catalanes. Tras anunciar la creación de nuevas "embajadas" en las antípodas, un gasto absurdo, ahora será el máximo responsable de un nuevo chiringuito denominado Centro Catalán de Empresa y Derechos Humanos, dedicado a fiscalizar la labor de las empresas en el exterior y multarlas si incumplen los tratados internacionales sobre derechos humanos.
Solé, que el 14 de noviembre será juzgado por desobediencia en relación al referéndum del 1-O, contribuirá así a complicar la vida de los empresarios en pleno Covid.