El secretario general de Junts, Jordi Turull, a su llegada para comparecer ante los medios de comunicación, en la sede de Junts
En una democracia, el señalamiento a jueces es intolerable. En los últimos tiempos, este fenómeno ha proliferado y ya cualquiera se apunta a discutir a los togados, un poder público que debería ser el salvamento de cualquier civilización que se precie.
Ha sido Jordi Turull, secretario general de Junts, quien en esta ocasión ha osado apuntar contra los magistrados del Tribunal Supremo Manuel Marchena y Pablo Llarena.
Es más, Turull los ha emplazado a presentarse a las elecciones en las listas de Vox o en una formación “que vaya más allá” para comprobar “qué apoyo popular tienen”. La mano derecha de Puigdemont ha acusado a los jueces de mantener “un posicionamiento delirante de rebelión contra el poder legislativo y contra las urnas” al negarse a aplicar la ley de amnistía a los líderes independentistas.
Todo ataque contra el poder judicial debería ser deplorado y sancionado por todos los amantes de la democracia. El eco de las palabras de Turull remiten a los tiempos más oscuros de la historia universal.