Montornès del Vallès (Barcelona) se ha visto conmocionado en los últimos días tras un grave suceso. La muerte de Mohamendi, un joven de 22 años, dentro de la comisaría de la Policía Local el pasado viernes, ha provocado protestas y actos vandálicos que han alterado la normalidad en la localidad.
El joven --de origen gambiano y vecino del barrio de Montornès Nord-- entró alterado y armado con un cuchillo en la comisaría, intentando agredir al agente de recepción. Ante la amenaza, un policía en prácticas, respondió disparando y acabó con su vida.
El suceso ha desatado una serie de protestas en el municipio, con disturbios, quema de contenedores y vehículos, y enfrentamientos con la policía, que tuvo que desplegar unidades antidisturbios para controlar la situación.
La investigación, a cargo de la División de Investigación Criminal de la Región Metropolitana Norte, sigue abierta y se centra en evaluar si el uso del arma fue proporcional y si hubo alternativas para neutralizar al joven sin violencia letal.
Por su parte, el ayuntamiento --presidido por José Antonio Montero-- ha mantenido un silencio institucional, limitándose a un comunicado breve, lo que ha generado críticas en un municipio preocupado por la escasa dotación policial: solo tres agentes estaban de servicio la noche del suceso, y el único armado era un policía recién salido del Instituto de Seguridad Pública de Cataluña.