Nico Williams, besando el escudo del Athletic
Nico Williams lo ha vuelto a hacer. Por segundo verano consecutivo, ha dejado tirado al Barça. Esta vez, el jugador ha anunciado su renovación con el Athletic Club hasta 2035 en un vídeo que no deja dudas. Con graffitis y una frase lapidaria: “Estoy donde quiero estar, con los míos”. Una decisión legítima, sí, pero que deja mal parados a quienes habían apostado por él.
Más allá del percance a nivel deportivo para el Barça, el pequeño de los dos hermanos Williams que juegan en el club bilbaíno se lleva por delante la ilusión de su amigo Lamine Yamal, con quien al menos comparte vestuario en la Selección.
También deja en fuera de juego a compañeros como Ferran Torres o Dani Olmo, que no dudaron en hablar públicamente de su posible llegada al club azulgrana. Y desmonta los planes de Deco, que había avanzado la operación con su agente. Aunque se negó a aceptar condiciones imposibles.
El agente del jugador, Félix Tainta pidió una cláusula de escape en caso de no ser inscrito a tiempo, algo que el Barça no podía garantizar. El club no podía asumir el riesgo de pagar más de 60 millones por un jugador que quizás no podría debutar en agosto. Y Nico, aunque durante semanas se dejó querer, prefirió no arriesgarse. Se queda en casa.
Decidir quedarse en casa no es delito. Pero no es noble jugar con las expectativas ajenas dos veranos seguidos. Nico tuvo dos oportunidades de vestirse de azulgrana. Y ya no habrá una tercera. Como dijo Johan Cruyff, quien dude de jugar en el Barça ya no sirve.