Rudy Fernández (39 años), uno de los mejores aleros de la historia del baloncesto español, pudo disputar el lunes su último partido ante la afición del Real Madrid. El jugador balear fue muy aplaudido en el segundo duelo de la final contra el Murcia. Es uno de los suyos, desde 2011. La historia, sin embargo, pudo haber sido muy diferente. Rudy, un año antes, se había comprometido con el Barça.
En 2010, Joan Laporta abandonó la presidencia del Barça y fue relevado por Sandro Rosell. El nuevo dirigente priorizó la recuperación económica del club. El equipo de fútbol estaba en auge y Rosell tocó muy pocas cosas. El de baloncesto acababa de ganar la Euroliga. Ese verano, curiosamente, Sandro negoció el fichaje de Rudy Fernández, que jugaba en la NBA.
El acuerdo con el Barça
Rosell y Rudy llegaron a un acuedo. El alero balear le dio su palabra al presidente del Barça de que jugaría en el Palau Blaugrana a partir de 2011. El Real Madrid, enterado de los movimientos de su rival, desactivó la operación y firmó al jugador internacional.
Rudy cambió el Barça por el Real Madrid, club en el que lo ha ganado todo: tres Euroligas, seis Ligas ACB, seis Copas del Rey y nueve Supercopas de España. Él mejor que nadie simbolizó la recuperación de un Madrid que vivía a la sombra del Barça, que encadenó una racha muy negativa de seis años sin ganar la Liga.
Navarro y Rudy
Rosell quería juntar a Navarro y Rudy en el Barça. No lo consiguió. El equipo azulgrana, con Xavi Pascual de entrenador, resistió hasta 2014, pero luego entró en crisis. El Madrid, en cambio, fue de menos a más, con el alero mallorquín como una de sus estrellas y siempre muy pitado en el Palau Blaugrana. Muchos no le perdonaron su traición.