Está más fuera que dentro. Se ha puesto el traje de mercenario y no está dispuesto a rasgarse las vestiduras por el equipo. Nikola Kalinic es el gran señalado tras el cúmulo de despropósitos que firmó el Barça de basket en el Pireo contra el Olympiakos en el cuarto partido de la serie para acceder a la Final Four. El encuentro terminó con un trágico marcador (92-58) que puede condicionar el quinto y definitivo partido en el Palau. 

Autor de solo 2 puntos en casi 25 minutos, el alero serbio se convirtió en el gran protegido de Roger Grimau durante la noche más agónica del Barça. Vergüenza, ridículo, derrota sonrojante, lamentable, humillación o patético fueron algunos de los adjetivos más utilizados en redes sociales para describir el penoso juego del equipo blaugrana en Grecia, superado en todas las facetas y de forma aplastante por un rival que se lleva un tremendo chute de moral para el partido decisivo. 

Kalinic ya está pensando en el Estrella Roja de Belgrado, el que será su próximo equipo tras acabar contrato con el Barça este verano. Pero es vergonzoso que no se deje la piel con el equipo hasta el último día. Su rendimiento en los últimos partidos ha caído en picado y sus números en el Pireo dan pánico: 1/3 en tiros de dos, 0/3 en triples y 0/2 en tiros libres. Estadísticas inadmisibles para un profesional con una eliminatoria tan importante en juego. Grimau le da minutos por su físico, por su potencial defensivo, pero si no cambia la actitud y sube la intensidad el próximo miércoles, tendrá que salir en helicóptero de Barcelona. 

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