El Barça de basket sufrió grandes recortes en verano. Joan Laporta, el presidente, liquidó de un plumazo a Sarunas Jasikevicius, Nikola Mirotic y Cory Higgins por sus elevados salarios (18 millones de euros anuales, entre los tres). Para calmar el malestar del Palau, el máximo dirigente fichó a Joel Parra, Darío Brizuela, Jabari Parker y, sobre todo, Willy Hernangómez, a quien ofreció 12,5 millones por tres temporadas para evitar que el Real Madrid pudiera retenerlo.
Willy fue el fichaje estrella del Barça. Es un pívot madrileño con una amplia experiencia en la NBA que quería volver a España. A sus 29 años debe ser el nuevo líder del equipo azulgrana, pero su rendimiento es demasiado irregular. Y fue llamado al orden por Roger Grimau y Juan Carlos Navarro, técnico y manager general, respectivamente. Ambos cuestionaron su actitud en la pista.
Blando en defensa
El pívot madrileño es un jugador más ofensivo que defensivo. Tiene buena mano, pero es blando en defensa. Le falta carácter y capacidad de intimidación. Y los problemas se multiplican en los duelos contra el Real Madrid.
Hernangómez sufre demasiado contra Tavares, posiblemente el pívot más determinante de Europa. Y el pasado domingo, en la final de la Copa del Rey, perdió también su duelo con Poirier, el mejor jugador madridista bajo los aros.
Tavares y Poirier
El pívot del Barça sumó ocho puntos, cuatro más que Tavares, que acabó muy molesto por su papel secundario. Poirier, sin embargo, fue el mejor socio de Campazzo. El pívot francés logró 17 puntos y fue un muro para los jugadores barcelonistas.
El Barça compitió contra el Real Madrid, pero adolece de un líder, a la espera de Ricky Rubio. La distancia entre los dos grandes es muy grande bajo los aros, donde Willy debe mejorar su aportación.