El Barça de basket también está en crisis. Tocado y casi hundido. La revolución que activó Joan Laporta el pasado verano no ha tenido el efecto deseado, sino todo lo contrario. El equipo de Roger Grimau ya acumula 13 derrotas (una en la Superliga, seis en la Euroliga y otras seis en la Liga ACB) y transmite malas sensaciones. Al Barça le falta carácter, intensidad y liderazgo. Muchos problemas que pueden agravarse con la próxima visita del Real Madrid.
Ausencia de un líder
Laporta pasó la tijera en verano para rebajar la masa salarial del basket. Prescindió de un plumazo de Nikola Mirotic, Cory Higgins y Sarunas Jasikevicius. Es decir, de las dos estrellas del equipo y del entrenador. Entre los tres cobraban 18 millones de euros por temporada.
Mirotic ganaba 11 millones. Higgins y Jasikevicius, 3,5 cada uno. El ala-pívot era la gran estrella del Barça. El referente. El jugador que asumía toda la responsabilidad en los momentos delicados. El Barça actual no tiene un crack que tire del carro.
Falta de intensidad
El Barça, como cualquier equipo, es el reflejo de su entrenador. Jasikevicius era un técnico muy exigente. Demasiado. Tenía mucho carácter y sus broncas a los jugadores eran sonadas. Grimau, en cambio, es un entrenador tranquilo. Más persuasivo que visceral.
Con Grimau, el Barça encaja muchos puntos. El viernes, el Mónaco anotó 91, síntoma claro de que el equipo defiende mal. El gran señalado es Willy Hernangómez. El pívot madrileño firmó un contrato por tres años a cambios de 12,5 millones de euros.
Los fichajes no marcan las diferencias
En verano, el Barça fichó a Joel Parra, Darío Brizuela, Willy Hernangómez y Jabari Parker. En el Palau esperan que mejoren sus prestaciones.
El de Parra fue un fichaje estratégico. Es un alero con mucha proyección, pero el Parra del Barça es una mala fotocopia del Parra del Joventut. Darío Brizuela, mientras, es un revulsivo, un jugador que puede cambiar las dinámicas de los partidos, pero no es fiable en momentos decisivos.
Hernangómez debería ser un pívot determinante. Dominador bajo los aros. En ataque es solvente, pero en defensa no intimida y Grimau se desespera. Parker, por su parte, es un jugador irregular. Todavía no ha asimilado muchos conceptos del baloncesto europeo. Laporta, sin embargo, está muy ilusionado con su fichaje.